miércoles, 6 de octubre de 2010

Daphne:

Entré en la clase de biología con el horario en la mano y la mochila colgada sobre un hombro.

Me había entretenido demasiado tiempo en la entrada.

Las ventanas estaban abiertas, aireando las clases que habían permanecido cerradas durante todo el verano; y las mesas, colocadas de dos en dos, estaban perfectamente alineadas.

Me pregunté cuanto tiempo tardarían en descolocarlas y volverlas a colocar a su manera.

Sonreí para mis adentros; era una escena entrañable.

Todos reían al reencontrarse con amigos que no habían tenido la oportunidad de ver durante dos meses de descanso. Abrazos, historias, regalos…

Caminé entre las mesas atrayendo las miradas de las pocas personas puntuales y me senté al lado de Lance. Como todos los años.

Una vez en mi sitio me aferré al tobillo izquierdo con mala cara intentando que nadie se diese cuenta del dato. Todavía podía notar las punzadas de dolor; no había encajado bien el golpe con aquella chica en la calle.

Maldije para mis adentros. Aquello no me iba a detener, no era una lesión grave…

-¡Todos a vuestros sitios!

Nuestro profesor de biología ya había hecho acto de presencia, arrastrando su malhumor con él.

La clase todavía era un revuelo de estudiantes repentinamente preocupados por llegar tarde; de modo que aproveché para girarme en actitud desafiante, dándole la espalda.

Un suspiro me hizo perder la concentración.

Era aquella chica… La que había chocado conmigo.

Había echado la cabeza hacia delante haciendo que su pelo rubio le tapase parcialmente rostro; sus ojos eran de color miel, y miraban fijamente la mesa que tenía al lado. Estaba sola.

De pronto se giró y me sonrió con timidez al reconocerme.

Puse mi mejor cara de indiferencia, ignorándola por completo, y dirigí mi mirada hacia un Lance sonriente, divertido por mi expresión.

Él era totalmente perfecto; pero al fin y al cabo, un simple capricho.

Me mordí el labio y miré al frente intentando concentrarme justo cuando la puerta se cerró de golpe.

-Daphne…

Fue a penas un susurro, pero pude percibirlo con total claridad. Lorelay, una de mis amigas de la infancia, intentaba llamar mi atención, y por lo alterado de su expresión, deduje que ya llevaba un tiempo intentándolo.

-¿Qué ocurre?

-Atenta.

Levantó la mirada lentamente arqueando las cejas con incredulidad. ¡Era su expresión! La que siempre utilizaba cuando fichaba a algún chico interesante.

Seguí su mirada un tanto divertida hasta encontrar el nuevo objetivo de Lorelay…

Dos chicos altos, apoyados contra la pared con aire despreocupado, bloqueaban la entrada y salida de la estancia.

Uno de ellos, observaba con detenimiento la expresión de nuestro profesor de biología, que se había quedado casi petrificado, con la mirada perdida en algún punto del techo.

-Buenos días- murmuró.

Lo observé con detenimiento. Su cabello era de color castaño claro, lanzando destellos cada vez que la luz del sol que entraba por la ventana incidía directamente sobre su rostro. Sus ojos verdes luchaban por mirarnos a todos, como si intentase recordarnos una vez fuera de la sala.

Lo cierto era que Lorelay había acertado de lleno, parecía sacado de una revista. Rasgos perfectos, alto, fuerte… e incluso con una expresión divertida e indescifrable.

-Sentimos acaparar estos minutos de vuestra clase de biología, pero venimos para comunicarles a los atletas, la fecha, la hora y el lugar donde se celebrará el próximo campeonato escolar.

En aquel momento, el otro chico pareció reaccionar. Dejando a la vista unas hojas que había sujetado hasta aquel momento.

Tomé una bocanada de aire antes de clavar mi mirada en su rostro.

Su cabello era de un tono negro azabache y sus ojos, de un gris azulado, luchaban por intentar igualar la frialdad de mi mirada. Su tez era pálida, y sus rasgos suaves y sutiles podían hacer perder la razón a cualquiera. Parecía mucho mayor; no solo por su altura, sino por su manera de actuar, de moverse, de mirar…

Repartió las hojas con rapidez sin ni siquiera preguntar quienes éramos los atletas. Nos conocía a todos.

-Nosotros también participaremos en la competición y nos encargaremos de llevar a cabo la organización. Si tenéis alguna duda podéis consultárnosla a la salida de las clases en el aula 207.

Desaparecieron casi tan rápido como entraron, haciendo que nuestro profesor recuperara su habitual cara de malhumor mientras comenzaba su charla de iniciación al curso.

Nos esperaba un día muy largo.

3 comentarios:

  1. ¡Por dios veci sigue o juro por dios que cuando vaya te arranco la cabeza!
    XDDDDDDDDDDDDDDD

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  2. hahah que explícita !

    Continuamos ! dejad vuestras opiniones :D

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  3. Love it, quiero que existan más chicos así :3 jajajajj seguid así niñaas, os quiero! (:

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