miércoles, 20 de octubre de 2010

Chloe

- ¿Esos no eran tus amigos?- murmuré, confusa.

No me esperaba por nada del mundo que Daphne me "eligiese" a mí como compañía antes que a ellos.

- Sí- musitó, frunciendo el ceño.

No intercambiamos ninguna otra palabra en el resto del trayecto.

Un vez en el instituto, se desasió de mi brazo y avanzó hacia las escaleras. Tras un instante de duda, corrí hacia ella para ayudarla a subir.

- Si quieres te ayudo yo también- dijo en ese momento una voz masculina, visiblemente divertida.

Nos giramos las dos para ver a Yasher, que se apoyaba en la barandilla como si nada.

- No, gracias- siseó Daphne- Estoy perfectamente.

El chico se encogió de hombros.

- Como quieras.

Y dicho esto se marchó.

Esperamos a que hubiese desaparecido de nuestra vista para seguir ascendiendo por las escaleras.

Una vez arriba, un grupo de personas separó a Daphne de mí, y ella no opuso resistencia.

¿Qué acababa de pasar? ¿Éramos lo que se dice amigas, o simplemente yo le había dado lástima?

Debía dejar de pensar en aquella chica, sólo iba a empeorar las cosas.

- Hola… eres Chloe, ¿verdad?- la voz tímida de una chica me sacó de mis pensamientos.

Alcé la vista. Era una chica de pelo castaño, recogido en una coleta apretada. Era menuda, un poco gordita, y con muchas pecas. Sus ojos oscuros me miraban con curiosidad y timidez.

- Si…- sólo me salió eso.

¿Alguien estaba intentando hablar conmigo? ¿De verdad?

Disimuladamente, por detrás de mi cuerpo, me pellizqué el brazo. Me dolió.

- Hola… yo soy Ciara. Espero que no te moleste, yo también soy nueva, y he visto que estabas sola y…

Sí, en aquel momento me había quedado completamente sola.

- No te preocupes- le corté, con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba hablando con alguien en el instituto. Tuve ganas de pellizcarme otra vez.

- Hace unos minutos me han indicado donde está el gimnasio… si quieres vamos juntas.

- Claro- noté que me temblaba la voz.

Era verdad, a primera hora teníamos gimnasia. Menos mal que me había acordado de ponerme el chándal.

Estuvimos hablando todo el trayecto hacia el gimnasio. Parecía que las dos disfrutábamos de tener alguien con quien hablar. Yo estaba eufórica, por supuesto.

Aunque bajó mi nivel de felicidad cuando entramos en el gimnasio.

De pie en el medio de la enorme sala, estirando, se encontraban las chicas populares, que miraban al resto de la gente con superioridad.

Pululando a su alrededor estaban los atletas, corriendo para calentar antes de la clase.

La mirada de Daphne se clavó en la mía. Me miró de arriba abajo, con total indiferencia, y luego siguió estirando.

"¿Qué ha pasado? ¿Se ha olvidado de mí?" pensé, decepcionada.

- ¿Estiramos?- me preguntó Ciara.

- S-sí- balbuceé, volviendo a la realidad y mirando a mi nueva amiga.

Acto seguido empezamos a estirar, algo torpemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario