lunes, 4 de octubre de 2010

Chloe

Me levanté de un salto al recordar que día era hoy.
Nerviosa, examiné delante del espejo de mi habitación las enormes manchas amoratadas de debajo de mis ojos, fruto de una noche de nervios e incertidumbre.

Alargué la mano hacia el armario, sin dejar de mirarme en el espejo, y suspiré ante la decisión tan importante que se me planteaba: ¿Qué me iba a poner el primer día de clase?

Aparté mi vista de aquel espejo que estaba minando la poca confianza en mí misma que me quedaba y me decidí al fin.

Fui al cuarto de baño y tras peinarme a conciencia, me vestí. Tenía que causar buena impresión. Fuera como fuese.

Hice mi cama en cuestión de segundos, dejándola un poco de cualquier manera, y salí de mi cuarto canturreando una de mis canciones.

-Chloe ¿Quieres que te acerque al instituto?- preguntó mi madre acercándose a mí.
Me fijé en su mirada preocupada. Sus manos se cernían en torno al auricular del teléfono, probablemente interrumpiendo una llamada importante para intentar prestarme atención.

-Mmm… la verdad es que prefiero ir andando, así se me aclara la mente… aún estoy un poco nerviosa.

No quería molestarla, estaba muy ocupada con su trabajo y sabía que sería un inconveniente para ella llevarme, aunque nunca lo hubiese demostrado. Siempre estaba muy ocupada.

Cogí mi mochila y tras comprobar que estaba todo por decimoquinta vez, salí por la puerta.
El camino hasta el instituto no era largo. Tenía tiempo de sobra, pero aún así apuré el paso al máximo. Estaba tan concentrada en mi destino, que a penas me percaté cuando choqué con una chica que acababa de salir de su casa.

Caí de espaldas propulsada por el golpe, pero para mi sorpresa, ella ágilmente había dado una voltereta y permanecía de pie mirándome, con expresión interesada y un tanto molesta.
Era una chica de pelo negro hasta la cintura y con unos penetrantes ojos azules. Llevaba unos vaqueros ajustados y una camiseta de color rojo que, por aquel movimiento brusco, se había levantado levemente, dejando ver un vientre plano adornado con un piercing en su ombligo. No se me escapó ese detalle: nunca me habían gustado nada los piercings, pero tenía que reconocer que a ella le quedaba bien.

También llevaba prisa, ya que nada mas mirarme se dio la vuelta y comenzó a correr.

En cuanto dobló la esquina, miré el reloj preocupada, me levanté de un salto y recogí mi mochila. Yo tampoco tenía un segundo que perder, me aclaré las ideas y salí corriendo en la misma dirección en la que lo había hecho aquella chica misteriosa.

No se me había pasado por la cabeza que pudiera ir al mismo instituto que yo, hasta que la vi en la entrada, hablando con un grupo muy numeroso de gente. Todo el mundo parecía admirarla mucho, y querer obtener su atención.

Me preguntaba quién sería aquella chica.

En ese momento, un timbre extremadamente estridente hizo que tuviera que taparme los oídos con las manos. No me di cuenta de que era la campana que marcaba el inicio de las clases hasta que vi que todo el mundo empezaba a entrar en el edificio.

Me apresuré a seguirles, con un nudo en el estómago. Tenía un mal presentimiento.

1 comentario:

  1. Ñemmmm.. NO SÉ a quienes se me parecen Daphne y Chloe eh! jaajaja Seguid así niñas, que la cosa pinta bien! (: Os quiero, nesesito más! jaja

    ResponderEliminar